Confrontacional como siempre, el economista Hernando de Soto afirma que los tiempos de vacas flacas en la economía mundial seguirán hasta que los políticos no sinceren el estado real de las grandes entidades financieras.
-Usted refiere que la estrategia utilizada por Occidente para vencer al terrorismo en Medio Oriente es equivocada.
-Así es. La incapacidad de Occidente para alentar a los gobiernos árabes a instituir, proteger y mejorar derechos de propiedad para sus ciudadanos creó un vacío que no tardaron en ocupar los nacionalistas románticos de la región y su progenie terrorista, que ahora está enviando a sus militantes a Europa. Claro que estos fanáticos no podrán mejorar el nivel de vida de los pobres ni mucho menos; basta observar el gobierno abusivo del denominado Estado Islámico (ISIS) en su autoproclamado califato. Pero en un clima de privación y frustración, es fácil conseguir adherentes con promesas falsas. ¿Hasta cuándo olvidará Occidente que el capitalismo democrático exige una firme protección de la propiedad que fije límites claros a lo que el Estado puede hacer?
-¿Cómo llega a deducir esto?
-Quizá para definirlo podría ser un conflicto entre los que pueden prosperar y tener un sentido de esperanza en la economía global y los que no pueden. Me explico, ocurren dos cosas importantes a finales del siglo pasado: Deng Xiaoping comienza a poner fórmulas capitalistas y de libre mercado y globalizadoras en China y después vienen la caida del muro de Berlín, el colapso del Kremlim y el comunismo pierde todo prestigio y reputación de ser una alternativa económica. Con eso el consenso de Washington cree que la tarea está cumplida y no se da cuenta de que una gran cantidad de la población mundial no puede entrar a la economía de mercado porque le falta una característica que es importante como en cualquier juego –la economia de mercado es un juego game fury–, y es que se necesita tener fichas para apostar. Esas fichas se llaman propiedad. Nuestro cálculo es que de los 7.300 millones de personas que somos hoy en el mundo, solo tienen esas fichas Occidente, definido como lo hizo Samuel Huntington, es decir, Norteamérica sin México y Europa Occidental. A ello agregue Singapur y Japón, y las élites de los países en desarrollo y antes soviéticos. Somos 2.000 millones de personas con fichas y 5.300 millones sin ellas.
-Y sin fichas no entran al sistema.
-Las fichas son indispensables porque en términos de propiedad es la definición de dónde está usted. Yo puedo decir que estoy en el Cusco, pero si no tengo un domicilio legal y un número no soy registrable. Sin ficha significa que no hay un crédito, masivamente hablando. Y en términos empresariales no hay una inversión de capital que no se haga contra la propiedad. Si viene Marriott e invierte en el país compra un edificio. Si usted va a tomar o explotar una mina, usted quiere la propiedad de la mina. Nadie invierte en lo que no es suyo o en lo que supuestamente es de alguien pero que no puede garantizar.
Entonces al no poder funcionar un sistema [capitalista] que ha creado tanta prosperidad para mucha gente en otras regiones, y la población en Medio Oriente se encuentra rezagada y no sabe cuál es la razón, vuelve a surgir el argumento anticapitalista muy fuerte y muy sólido de que este sistema no es justo, pues crece la desigualdad, y eso abre los espacios para el terrorismo, los opositores, etc. Yo diría que el conflicto que tenemos es un muy demarcado conflicto de clases. De ello resultan todos los problemas que estamos enfrentando hoy y que probablemente van a marcar nuestro futuro por los próximos 10, 20, 30 años.
-Los países que combaten a ISIS dan a entender que se trata de terrorismo inspirado en la religión.
-Es un planteamiento equivocado. Todos somos víctimas a veces de grupos académicos que ya tienen una tesis marcada en un sentido. Occidente siempre ha sido deslumbrado por el mundo musulmán. Incluso antes de las cruzadas. De ahí vienen Mahoma y Jesucristo. Esa área del mundo le fascina y ya tiene una tesis de cómo eso funciona, y es antigua y tiene que ver mucho con cultura y religión. Pero nosotros en el ILD hicimos un estudio que es el resultado de haber investigado a los árabes que se inmolan entre 2010 y 2011. No olvidemos que la Primavera Árabe empezó cuando un pobre emprendedor tunecino, Mohamed Bouazizi, se inmoló a lo bonzo en diciembre de 2010 para protestar contra la expropiación de su negocio. Según me dijo su hermano Salem en una entrevista, Bouazizi se suicidó por el derecho de los pobres a comprar y vender. Fueron 64 los que se autoinmolaron en dos meses y tumbaron a cuatro gobiernos (Túnez, Libia, Egupto y Yemen). Seguimos investigando y descubrimos que de los 64, habían muerto 37. En tres años pudimos entrevistar a la mitad de los sobrevivientes. Cada uno de ellos dice que lo que tienen todos en común es una palabra en árabe que es ‘hogra’, que significa ‘expropiación’. ¿De qué? “De mi capital”. Y todos cometen suicido en el momento en el que alguien les expropió sus bienes. Ojo, ellos se quemaron en público no para hacer la cosa discreta, sino para dar un discurso en el que nunca hubo una mención religiosa y ni siquiera una declaración política.
Alguien podría decir que se trata de un “pequeño hecho”. No, es el hecho que hizo que millones de personas tomaran las calles y desencadenara la Primavera Árabe. Los árabes que no se pueden organizar ni para hacerle una guerra a Israel fueron tocados por este hecho que al final los unió.
Algunos candidatos para las elecciones presidenciales primarias en Estados Unidos como Hillary Clinton y Jeb Bush ya se han pronunciado respecto a esta tesis, y afirmaron que es una buena explicación. Ya hay un reconocimiento internacionalmente que la tesis que proponemos es la vía, pero que [los musulmanes] no tienen ninguno de los elementos necesarios para optar por un crédito o crear capital y por lo tanto no están jugando el juego.
-Se sienten excluidos.
-Se sienten mal y no tienen un sistema democrático que les permita quejarse e identificar lo que los motivó, y entonces cundió la idea de atribuirlo al tema cultural, que es lo más fácil: este es musulmán, este católico, y por eso son distintos.
-¿Quiénes están detrás de ISIS entonces? ¿Quién empuja y en nombre de qué a que se cometan actos terroristas?
-Son políticos e intelectuales. Marx los había descrito al decir que cuando alguien no tiene un futuro, la solución es que mire al pasado, y por eso habla de la religión como el opio del pueblo. No en el sentido de creer que no existe Dios; él no se mete mucho con eso. Marx dice que cuando las cosas van mal la religión permite sacar una opción o la fe en algo. Yo creo que muchos elementos terroristas antes de ser religiosos son grandes estrategas. Ellos comenzaron a organizar pequeños grupos pro-Osama Bin Laden, de los cuales todo el mundo decía que eran pequeños y que no iban a crecer, y ahora crecieron y son centenares de miles y están camino a ser millones y están repartidos en todas partes.
-Entonces, así las cosas, ¿la solución al conflicto está lejos de darse para usted?
-Tal como está planteada no tiene casi ninguna posibilidad porque el enemigo no es realmente militar, sino ideológico y de política económica. El enemigo es la sensación de exclusión. Cualquier persona que comenzó el día siendo pobre teniendo que hacer todas las malas cosas que tienen que hacer los pobres para sobrevivir y ve a sus hijos que le dicen “oye, papá, tuviste que coimear, que hacer esto, que envilecerte”. Esa persona tiene que contar una explicación, y si hay alguien que la tiene empaquetada y te dice “oye, tú eres distinto del occidental a pesar de los jeans, las zapatillas y la empresa”, comienza a enfocar mucho más lo que lo diferencia de Occidente que lo que lo asemeja. Entonces lo que están haciendo estos terroristas es tratar de polarizar de ambos lados. Expropiando a los pobres, pues recordemos que donde entra ISIS quita propiedad, reubica, empodera. No les da un título de propiedad privada a cada uno, pero por lo menos les da algo, mientras que el sistema anterior no, y a los que son aparentemente razonables en Francia o Alemania les mete bomba. Están polarizando, y en medida en que Occidente le sigue la cuerda al afirmar que la cosa es ideológica, la gente puede pasarse varias generaciones peleando una guerra por un motivo falso pero que domina la mente
.-La teoría es dar las fichas a las personas en Medio Oriente para que el incendio se apague, pero en la práctica ¿esto realmente puede pasar?
-Yo creo que sí. Por ejemplo, una de las primeras cosas que hará el Congreso de Venezuela es que los títulos que otorgó Hugo Chávez y que no son negociables, lo sean. Si usted se fija en los candidatos en las encuestas en la CADE, todos comenzaron el discurso con la informalidad. Entonces ya está en el discurso, y si está en el discurso, todos se han dado cuenta de que la cosa va por ahí. Creo que estamos acercándonos al tema. Ahora creo que estamos cerca de empezar una batalla para definir cómo se plantea el tema porque hasta ahora inclusive aquellos que creen en la propiedad y quieren por lo menos tener esa alternativa y ecuanimidad de economía de mercado la han planteado muy mal. Entonces depende de cómo se plantea.
-Desde que publicó El misterio del capital donde resaltaba la importancia de la propiedad para el desarrollo, han pasado 25 años. ¿Qué cambios ha visto en América Latina en cuanto a formalidad y a la adecuación de la propiedad? ¿Se está avanzando?
-En las zonas urbanas sí. Por ejemplo, en el caso del Perú, toda la zona urbana tiene algún tipo de seguridad. No es lo ideal. Todo está medio aguado, pero el hecho es que hay muchísimos más propietarios de los que había antes, y que si uno dice “oye, está surgiendo de nuevo un sistema terrorista”, nadie tiene el temor de que eso va a arrancar en una ciudad, como podía ser el caso hace 25 años. Todo el mundo podría haber dicho va a ocurrir en Tía María, en Conga, pero las ciudades son promercado. Claro puede parecer que muchas cosas son injustas. Eso ha pasado en varios países. Imagínate que el más grande titulador –el problema es que no deja que la propiedad se mueva, y si no se puede mover la propiedad sirve de muy poco, pero da una cierta seguridad de alguna manera– fue Hugo Chávez. Recientemente Julio Borges [político de oposición venezolano] ha dicho en el Congreso de Venezuela que le van a dar movilidad a esa propiedad.
Entonces [el proceso de formalización] ha comenzado. El problema es que nadie lo nota, pues hay que perfeccionarlo, y lo que la gente ve es a los que no fueron incorporados al sistema y que están, pues, en la mina, en el agro, en el negocio forestal. La gente sale de México y sigue yendo a Estados Unidos básicamente en la búsqueda de lo que no tienen en su país donde la mayoría siguen siendo básicamente informales. Las concesiones que está haciendo Cuba a Estados Unidos van en ese sentido. Nadie está hablando de colectivización. Lo que quiere hacer el presidente Santos en Colombia es acabar con una cosa que es antipropiedad, que es soberanía interna que son las FARC, que es prácticamente un estado dentro. Entonces todo parece indicar que se está yendo en ese sentido. Yo creo que eso va a ser más evidente en un año.
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